GENEROS DE TERROR

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lunes, 4 de noviembre de 2024

MAXXXINE (MAXXXINE, 2024) 104´


“En este negocio, hasta que no te ven como un monstruo no eres una estrella.”

Maxine Minx, consciente de que su tiempo en el cine para adultos se acaba y deseosa de cumplir su sueño de alcanzar la fama como actriz logra el papel protagonista en la secuela de una exitosa película de terror, todo ello mientras una serie de brutales y sangrientos asesinatos atemorizan a la ciudad de Los Ángeles.

EL CAMINO HASTA MAXXXINE

Esta Maxxxime con triple X supone el fin de fiesta de una trilogía abordada en los últimos dos años por el cineasta Ti West con la que no solo construye un relato de terror que hibrida entre el American Gothic, el slasher, la serie B y el sexplotation basado en la contraposición del puritanismo más virginal con la sexualidad más latente y desprejuiciada, sino que a través de la misma puede homenajear el género, su evolución a lo largo de las décadas y por extensión al cine en su conjunto, siendo esta colección de películas la particular carta de amor de West al séptimo arte, tamizada eso sí por la marca de la casa de un cineasta con predilección por el humor negro, la violencia explícita y las historias truculentas.

De esta manera, si hiciéramos un viaje en estricto orden cronológico, que no de estreno en las carteleras, que realmente es como ha de visionarse la saga para poder disfrutarla tal como la pensó o improvisó su máximo responsable, ya que es un híbrido de ambas corrientes, la primera de las paradas recaería en Pearl, estrenada en 2022 y que de hecho aborda la precuela de X a través de la figura del personaje que da título a la película, indagando en sus sueños, anhelos y metas así como en su necesidad vital de triunfar en el mundo del baile como válvula de escape de una vida que la aprisiona y la asfixia, siendo testigos igualmente de cómo estos deseos son lastrados por la presencia de un padre dependiente y una madre controladora hasta el exceso, generándose con todos estos elementos un caldo de cultivo perfecto para devenir en el nacimiento de una sociópata de manual a la que sin embargo acabas, en parte al menos, comprendiendo y disculpando, siendo este un personaje que a pesar de lo deleznable de sus actos acaba generando cierta empatía por parte del espectador, todo ello gracias a la construcción de un personaje maravillosamente escrito e interpretado. La película se estructura visualmente como si de un título filmado en esos años cincuenta de apogeo del Technicolor se tratara, y eso que de inicio su director quiso filmarla en blanco y negro homenajeando de esa manera el cine clásico de Hollywood, idea que fue desechada de pleno por la productora de la película, A24, por considerarlo un suicidio comercial. De esta forma West hizo de un problema una oportunidad apostando desde ese momento por unas tonalidades que nos trasladan indefectiblemente a décadas cinematográficas pasadas donde el nacimiento del color llevaría a utilizar esta nueva técnica como herramienta principal a la hora de filmar muchas de las películas de aquellos años, potenciándose y contraponiéndose el colorido de unas imágenes que nos acercan estéticamente a cualquier otro género diferente al del terror y con el musical como referente principal, con la sórdida historia narrada, así como una puesta en escena que homenajea a su particular manera el cine del Hollywood clásico no solo mediante una historia que evoca ese mantra tan cinematográfico de los sueños por cumplir de la protagonista, idea que acaba retorciendo en forma de violento tercer acto, sino a través de varios guiños como por ejemplo pudiera ser la figura del proyeccionista al que da vida David Corenswet, no dejando de lado ese momento en el que este personaje muestra a Pearl una película de corte pornográfico, convirtiéndose de esta forma el sexo en general y el cine X en particular en uno de los grandes temas a abordar dentro de la trilogía. Así, a lo largo de la película podemos encontrar ecos velados de clásicos como Psicosis, Carrie o El resplandor entre otros, aunque cabe recordar que la colección de homenajes y guiños van más allá del cine de terror. Poco antes se había estrenado X, primera piedra de la trilogía y que en su caso se configuraba de manera más evidente como un slasher al uso que no solo se ambientaba en los años setenta, sino que copiaba las fórmulas del cine de terror de aquellos años, mostrándonos a un nuevo personaje, la Maxine protagonista del título que nos ocupa, ejerciendo en cierta forma como contrapeso y relevo de Pearl, y es que aunque este nuevo personaje protagonista pasa de ejercer el rol de verdugo a convertirse en víctima, les unen a ambas jóvenes esa obsesión por alcanzar la fama y el éxito a cualquier precio como único medio de lograr el reconocimiento y de esta forma poder salir de una vida que en el fondo aborrecen, una encerrada en una granja que detesta, la otra tratando de escapar de un trabajo como actriz de cine para adultos que no la satisface. En este caso el homenaje al cine se presenta a través de la trama que aborda la filmación de una película X de corte amateur, lo que permite acercarse a las maneras de un tipo de cine de guerrilla donde los medios son más que escasos pero la pasión por el oficio sigue siendo en parte la misma. Y es que si West en cierta forma se ha decantado dentro de esta carta de amor al cine por el género de serie B y de terror en general y el pornográfico en particular es porque este en sus inicios como género comercial, precisamente en la década de los años setenta, se conformaba como si de cualquier otro subgénero explotation se tratara, en esta caso usando el sexo como reclamo adicional. Y si algo ha dejado patente West a lo largo de los años es que un apasionado del explotation. La película en este caso bebe de ese cine slasher juvenil propio de mediados y finales de los setenta y primeros ochenta donde un grupo de jóvenes son exterminados de manera sistemática por un asesino inmisericorde e implacable, siendo esta idea convenientemente remodelada por un guion que sigue siendo igual de perverso y retorcido que en el caso de Pearl. Así, mientras en el slasher tradicional se potencia la idea de que la final girl sea el personaje virginal y apocado del grupo, aquel que representa en pantalla toda una colección de virtudes que se contraponen a los vicios de unos compañeros promiscuos en el terreno sexual a los que sumar el consumo de drogas, y que por todo ello son convenientemente castigados por el psicokiller de turno como evidente metáfora de la moral judeocristiana, en X el personaje que acaba adquiriendo el protagonismo trabaja en el cine para adultos y consume cocaína, con lo que West nos presenta con el personaje de Maxine Minx a la antítesis de personajes como la Laurie Strode de La noche de Halloween,  la Alice Hardy de Viernes 13 o la Nancy Thompson de Pesadilla en Elm Street. Pero es que además X rompe esa dinámica de slasher  convencional cuándo presenta esa trama que aborda el tema de la vejez y la gerontofobia, lo que le convierte en un estupendo programa doble junto a la película de Paco Plaza La abuela. De esta forma West sigue descolocando al espectador, primero con Pearl, un título que presenta todas las constantes del musical para acabar retorciéndolo hasta un tercer acto sanguinolento, más tarde con X, haciéndonos creer estamos en un slasher al uso que acaba tornándose en otra cosa. Así que únicamente restaba un fin de fiesta en forma de homenaje al cine de los ochenta. Maxxxine es ese homenaje.

NOMBRES PROPIOS DE ESTA X

Cabe recordar llegado este momento que la trilogía que cierra Maxxine se iniciaría casi de manera casual, y es que el rodaje de X en plena pandemia uniría el camino de Ti West y Mia Goth, quienes no tardaron en darse cuenta del enorme potencial que su trabajo conjunto poseía, relación que se fraguó y potenció gracias a un confinamiento que les obligaría a pasar mucho más tiempo juntos del que es habitual dentro de las relaciones entre director y actores, convirtiendo de esta manera Ti West a Mia Goth en su particular musa y sabiendo extraer de ella todo el potencial que posee como la enorme actriz que es, mientras que la intérprete iría volcándose más y más en la saga, pasando de ser una actriz más en X a co guionista y protagonista en Pearl además de participar como productora a partir de la segunda película de la trilogía. Así, esta colección de películas a las que Maxxxine pone punto y final, al menos de momento, se estructura en base a dos nombres propios, la de su guionista y director Ti West así como la de su protagonista principal, una Mia Goth que además, y como ya apuntábamos, tanto en el caso que nos ocupa y como ya hiciera en Pearl se desdobla para ejercer igualmente labores como productora de la película, lo que da una idea clara de su implicación en el proyecto. Pero, ¿quiénes son esta pareja que ha revolucionado el cine de terror gracias a un proyecto tan arriesgado y personal como interesante?

A los aficionados al género la figura de Ti West les empezaría a sonar gracias a la segunda entrega de Cabin Fever, secuela de la película que había dado a conocer dentro del género a Eli Roth, siendo de hecho su opera prima. West destacaría gracias a Cabin fever 2, spring fever por un sentido del ácido humor, una malsana explicitud visual que sin embargo jugaba con el humor negro y esa capacidad de demostrar a través de sus películas que antes de cineasta es fan del género, no escatimándose los guiños y homenajes a pequeños clásicos del terror como pueden ser Terroríficamente muertos, Carrie o El regreso de los muertos vivientes. Sin embargo la experiencia no sería del todo gratificante para su director, ya que discrepancias creativas con los productores de la película le llevarían a abandonar el proyecto durante la fase de post producción, lo que evidenciaba ya desde sus inicios una idea clara. Que Ti West tiene una posición muy particular como cineasta y que no es de los que se deja domar por la industria, lo que le convertiría en el exponente perfecto de cineasta a enclavar dentro del género de serie B, donde la libertad creativa aparejada a las mayores limitaciones presupuestarias le permitirían moverse con una mayor capacidad a la hora de tomar decisiones en algunos casos arriesgadas. Así, ese mismo año estrenaría La casa del diablo, una película que tiene bastante que ver con Maxxxine y las películas que la preceden en tanto se trata de un acercamiento al género volviendo la vista atrás en un ejercicio que trata de mimetizar el tipo de películas filmadas entre finales de los setenta y los primeros ochenta, prestando especial atención no solo en lograr una caracterización de personajes y escenarios que nos lleven a pensar en el momento pretérito en el que tiene lugar la historia narrada, sino igualmente en simular el estilo visual y de filmación de aquellos años, pudiéndose hacer pasar la película por un título efectivamente filmado y estrenado en esos primeros ochenta a pesar de los disruptivo de su tramo final. Una vez más el West fan se fusionaba a la perfección con el West cineasta. Posteriormente y tras colaborar en un par de cintas de terror episódicas como son VHS y El ABC de la muerte, el director se decantaría por la televisión, participando en series como South of hell, Scream, El exorcista o Ellos antes de encarar el proyecto que nos ocupa.

Por su parte Mia Goth es una joven intérprete nacida en Reino Unido que a pesar de no contar con una amplia trayectoria cinematográfica a sus espaldas, habiendo de hecho aparecido en poco más de una decena de títulos, se ha ganado un hueco entre los aficionados al género en base a su aparición en un puñado de películas que se caracterizan por abordar el terror desde su vertiente más psicológica, dejando de lado en no pocas ocasiones su versión más truculenta y morbosa para centrarse en el estudio de los personajes y en generar un clima lo suficientemente enrarecido para generar desasosiego per se en el espectador. La personalísima presencia física de la actriz, caracterizada por un rostro plagado de pecas y sin cejas que le confiere la dualidad de poder ejercer como una frágil muñeca de porcelana a la vez que le permite mutar su rostro en maneras de personaje desquiciado unido a su talento interpretativo la convertirían rápidamente en musa de los fans del terror, algo que la actriz parece no solo aceptar de buen grado sino disfrutar, habida cuenta de que en sus próximos proyectos continua ligada al género, siendo estos títulos por llegar la nueva versión de Blade que prepara Marvel y especialmente esa re visitación que de la historia de Frankestein prepara Guillermo Del Toro y que ejerce como secuela apócrifa de la obra de Mary Shelley. Pero si retrocedemos en el tiempo vemos que la intérprete se daría a conocer en la extravagante y gótica La cura del bienestar para a continuación colaborar con la española El secreto de Marrowbone, donde compartiría cartel con otra de las actrices más relevantes de su generación, Anya Taylor-Joy y donde se volvía a jugar con el terror psicológico como medio para adentrarse en el género. El remake de Suspiria dirigido por Luca Guadagnino sería el título que terminaría por enmarcar su personalísimo rostro y figura dentro del género de terror siendo sin embargo la trilogía iniciada en X la que la ha confirmado como la gran reina del grito del cine de horror actual además de dejar patente que la intérprete no se conforma con ejercer el rol como actriz, sino que apuesta por involucrarse de manera proactiva dentro de los proyectos en los que forma parte, bien colaborando en el guion bien participando como productora. Cabe señalar además que en esta ocasión Mia Goth no apunta en sus papeles formas de scream queen al uso, llegando de hecho a pervertir esa imagen prefijada en el imaginario colectivo gracias a personajes como el de Maxine.

ERASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD EN LOS OCHENTA

Este cierre de la trilogía iniciada con X es ante todo la culminación de Ti West en su particular declaración de amor al cine orquestada con la de momento trilogía reseñada, y que de hecho engarza con las películas anteriores no solo contando con su protagonista principal como pieza de enganche, sino en base a determinados momentos y guiños repetidos como el de la visita que hace Maxine a la estrella de la fama de Theda Bara, la considerada como primera gran vampiresa de la historia del séptimo arte, citada por ejemplo en Pearl e icónico emplazamiento sobre el que la protagonista apaga un cigarrillo con sus botas. El director y guionista no solo enmarca la película en Los Ángeles, en Hollywood, sino que nos lleva a adentrarnos en el interior de sus estudios, sus rodajes y los entresijos que acompañan a la creación de una película. Y si bien es cierto que en esta carta de amor al cine deja de lado las grandes producciones cinematográficas para centrarse en la gestación de una humilde película de terror, que de hecho es lo más honesto en tanto es el terreno donde el cineasta ha desempeñado el grueso de su filmografía, el retrato que se hace de ese mundo es enormemente interesante, siendo de alguna manera el exponente dentro de la serie B de lo que Babylon o Erase una vez en Hollwood son a nivel de superproducciones. Así, la película está plagada de guiños, homenajes y en cierto modo de huevos de pascua ocultos a lo largo de este recorrido junto a Maxine en su empeño por convertirse en estrella, siendo este personaje una especie de remedo de actrices como la Marilyn Burns protagonista de La matanza de Texas o Trampa mortal, pero muy especialmente de Marilyn Chambers, quien pasaría de convertirse de estrella del porno gracias a Detrás de la puerta verde a actriz de cine convencional en películas de terror tan icónicas como Rabia.

De hecho, este retrato de una época tan concreta plagado de luces de neón, música de aquella década y una inconfundible estética ochentera tiene en su concepción de homenaje a aquellos años el aspecto más destacable de la película y el principal motivo que invita a re visionar una y otra vez la misma dada la cantidad de guiños presentes en el metraje e imposibles de percibir en un único acercamiento a la película. Pero siendo como es su director un apasionado de la serie B la película va más allá en tanto no se limita a enseñarnos ese Hollywood por todos conocido y reconocible en base a multitud de películas pretéritas, sino que osa adentrase en su cara más oculta, antipática y desconocida, pero que es parte también de ese mundo de ensueño y anhelo de muchos de los que se acercan a Hollywood para tratar de triunfar en el cine, presentándonos una ciudad de Los Ángeles que visitamos y descubrimos de noche, plagada de locales decadentes, callejones peligrosos, prostitutas ofreciendo sus servicios en calles atestadas, drogas, depravación e historias protagonizadas por perdedores y gente ruin y aprovechada. Y es que hasta la propia heroína de la película es un personaje que dentro de su humanidad, manifestada en momentos como el del asesinato de su mejor amigo, un personaje con el que el director y guionista aprovecha para homenajear esos primeros videoclubs de la época, está dibujado desde la negatividad de sus actos y a quien podemos ver esnifando cocaína de manera compulsiva, desmotivando cruelmente a quienes esperan para entrar en la misma audición de la que acaba de formar parte, no colaborando con la policía cuando esta requiere su ayuda o, siendo este uno de esos momentos icónicos dentro de la película, pasando de ser víctima potencial a convertirse en la verdugo de un asaltante en mitad de un callejón en un guiño, uno más, en este caso al subgénero del rape and revenge, cuyo visceral y repulsivo final es marca de la casa del cine de West.

Y siendo como es un título enclavado en el cine de terror es este el gran homenajeado, repescando para ello como telón de fondo en el cual enmarcar la trama la historia real de El Acosador Nocturno, un serial killer de nombre real Richard Ramírez responsable de más de una docena de asesinatos entre los años 1984 y 1985, logrando de esta forma crear un clima de inseguridad y terror en la ciudad de Los Ángeles que queda perfectamente retratado en Maxxxine. Un psicópata que entraría de esta forma en el particular y terrorífico Olimpo de los asesinos en serie más mediáticos de la historia junto a nombres como los de Albert Desalvo, Ed Gein, Jeffey Dahmer, David Berkowitz, John Wayne Gacy, Ted Bundy o Andrei Chikatilo, quienes no solo inspirarían numerosos biopics cinematográficos o series para televisión sobre sus vidas, sino que a su vez servirían de inspiración para películas ficcionadas tan icónicas como Harry el sucio, Maniac, Henry, retrato de un asesino o El silencio de los corderos.

La película, en su amalgama de homenajes, guiños y fuentes de inspiración dibuja elementos propios del giallo italiano con películas como El pájaro de las plumas de cristal de Dario Argento como espejo en el que mirarse así como de las primeras películas de un Abel Ferrara que a finales de los setenta y primeros ochenta dirigiría títulos como El asesino del taladro o Ángel de venganza. En este juego de buscar referencias Psicosis es evidente una vez más, pero también tenemos ecos del Chinatown de Roman Polanski con la aparición de un estupendo Kevin Bacon, quien se daría a conocer en Viernes 13 y que es evidente disfruta en pantalla mucho más ejerciendo de villano que de héroe. Vestida para matar, dirigida en 1980 por Brian De Palma es otro de los títulos que nos vienen a la cabeza durante el visionado de Maxxxine, al igual que la ya citada Maniac de William Lusting así como Maniac cop del mismo director. Todos estos ejemplos y muchos más dejan constancia de cómo West ha vehiculado el título que nos ocupa para rendir cuentas con todo el cine que de alguna manera le ha marcado como espectador y le ha llevado a confeccionar su propio estilo e idiosincrasia como cineasta. 

DESTRIPANDO A MAXXXINE

El cierre de esta más que recomendable trilogía que ha logrado jugar con los arquetipos del terror para a su vez personalizarnos al estilo y constantes de su máximo responsable se erige de esta forma como un continuo juego de homenajes y codazos metafóricos sobre un espectador que puede ir descubriendo paulatinamente y visionado a visionado más y más referencias insertadas en cada uno de los fotogramas de la película. A esta idea hay que sumar la presencia de una protagonista en pantalla con tal potencial que no hace falta que le sucedieran los terribles acontecimientos que vive en la película para hacerla interesante, bastaría con que la cámara la siguiera en su día a día en su periplo por convertirse en estrella para llenar como hace cada fotograma en el que Mia Goth aparece en escena. Para ello West sacrifica por el contrario y en cierta forma una historia trillada y que es lo de menos, donde el aparente descubrimiento de ese asesino misterioso no pilla al espectador desprevenido, a lo que hay que sumar un villano pasado de vueltas y excesivo en sus maneras, y donde la resolución junto al letrero de Hollywood en lo que puede interpretarse como una metáfora del infierno que espera a los aspirantes a estrella que se acercan a este paraíso en la tierra en busca de su oportunidad de triunfar, acaba resultando algo precipitado y estereotipado. En este sentido la comparación con Erase una vez en Hollywood no es baladí, ya que ambas películas se parapetan en su trama tras la figura de una figura tan terrorífica y real como fueran Charles Mason en el caso del título de Quentin Tarantino y Richard Ramírez para le película de Ti West, concluyendo ambos títulos en un ejercicio de exceso casi paródico que desvirtuaba todo el aura de tensión y suspense mantenido hasta llegar a este cenit.  Pero es tal el disfrute que uno experimenta durante el viaje hasta este cierre que hace merezca la pena no solo visionar Maxxxine tratando de localizar cada detalle en forma de homenaje manejado por West, sino que invita a revisitar nuevamente la trilogía completa para paladearla con un nuevo regusto en base al conocimiento adquirido toda vez uno ya ha podido finalizar este ejercicio de autocomplacencia por parte de unos Ti West y Mia Goth a los que nadie podría atacar caso de presentarnos en un futuro no muy lejano un nuevo título que convierta este trilogía en tetralogía. Y es que tanto el potencial del personaje al que da vida Goth como el que West deja patente posee daría para tratar de averiguar que ha pasado con esta aspirante a estrella en unos años noventa de ocaso del género. Yo al menos compraría esa entrada.