Sienna última su disfraz de Halloween, basado en un personaje imaginario creado por su padre, un enfermo mental, antes de suicidarse. Su hermano Jonathan, por su parte, quiere disfrazarse de Art the clown, un asesino de masas cuya imagen ya aparecía entre los dibujos de su progenitor y con quien el joven parece estar obsesionado.
En 2016 se estrenaría Terrifier, una película de horror cuyo calado a través del boca oreja entre el aficionado al género acabaría por encumbrar como una película con ciertos aires de culto. Sin embargo, su principal artífice, Damien Leone, autor del guion, director y diseñador de los efectistas trucajes gore vistos en la película, hubo de esperar seis años para estrenar una secuela que engrandece aún más esta saga y cuyo brutal éxito en la taquilla augura la posibilidad de seguir cultivando secuelas a futuro. Y lo que podemos decir respecto a esta segunda parte es que la espera ha merecido la pena.
Lo primero de todo sería destacar como esta secuela no traiciona en absoluto la esencia de la saga y del propio personaje principal, ese psicópata de tintes ya abiertamente sobrenaturales caracterizado como un espigado clown y con la peculiaridad de no emitir un solo sonido ni hablar una palabra, haciendo del silencio uno de sus recursos para infundir el terror. Si bien la fotografía en este caso utiliza tanto escenarios claustrofóbicos y llenos de claroscuros que van en línea con lo visto en la primera entrega y que tienen su colofón en un acto final enorme en un estupendo pasaje del terror, esta secuela es más luminosa que una primera entrega más limitada a este respecto por la falta de medios. Aunque en este caso tampoco podemos hablar de que se haya manejado un gran presupuesto, ya que la película ha costado unos doscientos cincuenta mil dólares, aunque hay que resaltar que en pantalla lucen como si se tratara de cuatro veces más importe. La película sigue manteniendo un aura malsano, onírico por momentos, con la secuencia de la pesadilla de la protagonista como ejemplo principal de una idea que subraya el origen no humano del villano de la saga, y para nada se ha rebajado la violencia gráfica de la película, al contrario, Leone ha aprovechado la mayor disponibilidad de medios para deleite de los fans del gore, logrando además cierto estilo propio en estas secuencias plagadas de brutalidad, sangre y efectismo, con el cruel y despiadado asesinato de una de las amigas de la protagonista como gota que ha colmado el vaso y que ha llevado a la película a ser noticia por el malestar que esta secuencia ha generado en numerosos espectadores, vómitos y desmayos incluidos. A este respecto reseñar que a quien haya visionado cine gore con anterioridad la mencionada escena no le impactará de igual manera que a alguien más neófito en el género. Lo que sí que es cierto que la película logra su cometido de generar terror durante su visionado, conjugando para ello algún jump scare muy aislado que provoca el ansiado salto en la butaca, pero especialmente mediante la creación de unas escenas desasosegantes muy bien montadas y desarrolladas a tal fin, acompañándose estas de un efectivo acompañamiento musical, siendo Terrifier 2 algo más que un título gráficamente explícito que genere asco durante su proyección. Y es que Art the clown da auténtico miedo.
Si bien la película, como ya apuntábamos, ha sabido mantener intactas todas las cualidades de la primera película, ha tratado de mejorar las principales lagunas de aquella, especialmente a nivel de personajes e historia. Respecto a lo primero no hay duda que en este caso el director ha dibujado unos protagonistas mucho más definidos y complejos, dando de hecho muchos minutos de metraje para narrar la trágica historia de los dos hermanos protagonistas. A este respecto hay que destacar a una Lauren LaVera que son su papel de Sienna logra enamorar al espectador de manera inmediata, convirtiéndose en un perfecto exponente de scream queen al uso, una estupenda némesis del villano de la historia con esa mezcla de fragilidad y fuerza tan característico de este tipo de personajes y que quedará refrendado en su épico y sangriento enfrentamiento final. Su presencia en pantalla se engrandece además gracias a su caracterización, con un disfraz de Halloween construido por el propio personaje que la transmuta en una heroína fantástica y que se ha convertido por derecho propio en icónico de manera instantánea, mezclando un look al más puro estilo Xena con unas angelicales alas y un peinado lleno de trenzas y aretes, conjugando el erotismo con la fortaleza del personaje. El joven Elliott Fullam, encargado de dar vida a su hermano pequeño en la ficción, logra igualmente crear un personaje interesante y que no queda en mero niño al que salvar de las garras del asesino, una dupla de protagonistas a quien acompañan personajes mucho menos desarrollados, a excepción del de la madre de ambos, y donde volvemos a encontrar prototipos del género como esa amiga fiestera y su novio, ambos en celo constante y que pagaran con la vida sus escarceos amorosos. La presencia de Art the clown vuelve a ser el eslabón principal que mantiene el tono terrorífico de la película, siendo esta impactante y aterradora a cada nueva aparición, resaltando como una vez más David Howard Thornton, el actor detrás del maquillaje, compone una interpretación tremendamente física y gestual que incluso en momentos aparentemente cómicos del personaje, cuándo se dedica a jugar con sus víctimas potenciales, es tremendamente incómodo. La idea de incluir esa especie de amiga imaginaria de Art supone otro acierto, ya que no resta empaque al villano principal y es igualmente desasosegante, dejando ambos patente que nunca una sonrisa genero tanto miedo.
Frente a una trama en Terrifier que se limitaba a encerrar a los personajes en una casa para ir siendo asesinados de la manera más brutal y sin explicación alguna, en esta ocasión Leone ha desarrollado un guion mucho más denso y ambicioso, llegando de hecho el metraje hasta las dos horas veinte minutos, toda una rara avis en películas de este estilo dentro del género de terror, más cercanas a la hora y media, recordemos que Terrifier tenía una duración de una hora y veinte minutos. Sin embargo este abultado metraje no supone ningún problema de ritmo para una película que en ningún momento aburre, y que si bien podía haber tenido un montaje más corto ajustando la duración de alguna secuencia o eliminando ciertas escenas, podemos afirmar es disfrutable de inicio a fin. Leone vierte en esta segunda entrega ciertas ideas sobre el origen sobrenatural de Art y de los lazos que le unen con la protagonista principal, aunque sin llegar a desarrollarlos del todo, posiblemente por la intención de su principal responsable y creador de ir desgranado la historia más a fondo en posteriores secuelas, todo ello culminado con una escena post créditos llena de bizarrismo que enlaza esta segunda película con el primer Terrifier, una idea ya presente en el momento en que el comienzo de la película se produce allí donde finalizaba la película de 2016.
De
esta forma nos encontramos con una secuela mucho más potente a todos los niveles
que una primera entrega ya destacable. Leone ha logrado pulir aquellos
elementos menos logrados y potenciado los principales aciertos, debiendo
nuevamente remarcar la portentosa capacidad de un director que no solo logra
ofrecer un trabajo final tremendamente funcional y bien rodado, sino que ha
dejado más que patente su capacidad a la hora de manejar presupuestos muy bajos
plasmando en pantalla mucho más de lo que en principio el importe manejado
debiera permitir, y que en base a su trabajo con Terrifier merece ser seguido
de cerca en futuros proyectos. Un título que está multiplicando
exponencialmente el cuarto de millón de dólares de presupuesto (a estas alturas
va por los ocho millones de recaudación y subiendo), lo que augura nuevas
entregas de un personaje que a fecha de hoy merece su sitio sine die en el Olimpo
de los psychokillers del cine de terror. Se lo ha ganado a pulso.