GENEROS DE TERROR

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miércoles, 17 de junio de 2020

ZOMBIELAND: MATA Y REMATA (ZOMBIELAND: DOUBLE TAP, 2019) 99´




Diez años después de unir sus caminos en medio de un apocalipsis zombie, parece que llega el momento en que Tallahasse, Columbus, Wichita y Little Rock se separen, aunque el destino parece empeñado en que no sea así.
Pudiera parecer que afrontar una secuela de una película como Zombieland diez años después de estrenada la primera entrega, suponía  un mal presagio de cara a disfrutar de una película que mantuviera en parte los mimbres de la cinta de 2009. Y no solo no pierde un ápice de los elementos de interés que hicieron del debut en la dirección de Ruben Fleischer un estimable y recordado ejercicio de comedia zombie, sino que supera en todo a su predecesora, sabiendo coger lo mejor de aquella para  mantenerlo en esta segunda entrega, además de subir un par de velocidades en aquellos elementos de interés más desdibujados, aprendiendo de los errores del pasado para ofrecer una secuela más divertida, dinámica y redonda a todos los niveles.
Una de las principales razones por las que esta segunda parte mantiene y eleva el interés que ya ofrecía la película pretérita se debe a que han permanecido fieles al proyecto tanto los guionistas principales de la película estrenada una década atrás, como su director, un Ruben Fleischer con mucho más bagaje profesional, y que incluso ya había formado parte de un blockbuster de gran presupuesto como había sido Venom. Si bien este director ya había demostrado grandes hechuras  como realizador en su opera prima, en esta ocasión se le nota mucho más versado en cómo mover la cámara, tal y como queda patente en la secuencia de la pelea entre Tallahasse y Collumbus contra Alburquerque y Flagstaff, caracterizada por un movimiento continuo de la lente entre los personajes, demostrando de forma empírica que esos ademanes técnicos y visuales presentes ya en su título de debut no eran fruto de la casualidad o mera imitación de otros realizadores.
A nivel interpretativo sucede lo mismo que en el apartado técnico, y es que los cuatro protagonistas principales permanecen anclados a la secuela, demostrando gran fidelidad a una película que, en casos como los de Emma Stone o Jesse Eisenberg, filmaron antes de convertirse en esos actores de cierto renombre que son ahora, y en el supuesto de ella con multitud de premios a sus espaldas por su interpretación en La, la, land. La permanencia de todos los actores centrales dota de una continuidad a la historia que en cualquiera de otras situaciones, con la caída de uno solo de los miembros principales del elenco, hubiera fragmentado la trama. Hay que decir además, que a pesar de todos los años transcurridos, el paso del tiempo no ha pesado sobre estos intérpretes, si exceptuamos el evidente caso de una Abigail Breslin que contaba con tan solo trece años cuándo se estreno Bienvenidos a Zombieland. Pero si el mantener a este carismático cuarteto supone todo un acierto, no lo es menos el conjunto de incorporaciones que van surgiendo a lo largo de la historia, convertida nuevamente en una road movie en la búsqueda constante de un hogar en medio de ese caos en el que se ha convertido el planeta. Hemos de destacar en este aspecto a Rosario Dawson (Hombres de negro II, Alejandro Magno, Sin city o Death Proof) como Nevada, el dúo al que dan vida Luke Wilson y Thomas Middletich, como unos inconscientes émulos de la pareja de protagonistas masculinos principales, y que nos brinda uno de los más divertidos momentos de toda la película por esa similitud entre las dos duplas de personajes. Pero si hay que resaltar a uno de las nuevas incorporaciones por la cantidad de simpáticas situaciones que brinda a la trama y por el toque humorístico que aporta, esa es Madison, genialmente interpretada por Zoey Deutch, hija de un ícono del cine de los ochenta como es Lea Thompson, y que nos deleita con un personaje tan involuntariamente cargante como adorable.
Como apuntábamos con anterioridad, la película remarca las bromas y situaciones que ya funcionaron en la primera entrega, con toda esa retahíla de normas creadas por el joven protagonista para sobrevivir en medio del cataclismo zombie con el que le ha tocado lidiar, convertidas en elemento recurrente a la hora de crear gags visuales o momentos netamente humorísticos, siendo obligatorio nuevamente citar el encuentro convertido en duelo entre el protagonista al que da vida Jesse Eisenberg y su homologo en la creación de unas reglas de supervivencia interpretado por Thomas Middletich.  Por otra parte, al igual que en la película de 2009 se presentaban varios momentos sujetos a la idea de acabar con los zombies de la manera más brutal y letal, esta es recuperada, añadiéndose a la broma además nuevas ideas sobre la propia naturaleza de los muertos vivientes, con esa tipificación tan visual en las acepciones escogidas (desde el Homer al Ninja  pasando por el Hawking).

Tal y como sucedía en la primera entrega, la película adolece de un pequeño bajón en el acto final, en la búsqueda por ofrecer al espectador un fin de fiesta que esté a la altura, apostando nuevamente por la espectacularidad de un ataque masivo de zombies. Sin embargo este pirotécnico final adolece frente a otros violentos encuentros entre los vivos y los muertos, como el que tiene lugar al comienzo de la película en los jardines de la Casablanca o el que se produce junto a la caravana que los protagonistas ansían tomar, que, siendo menos pretenciosos en su impacto visual, funcionan mucho mejor. Aunque en esta ocasión, al estar la historia mejor armada, es más fácil justificar este enfrentamiento final.
Resumiendo, nos encontramos en esta ocasión con uno de esos raros casos en los que una secuela, máxime en un género como el que se aborda, funciona mejor que el título primigenio, quedando demostrado que si se han esperado tantos años antes de abordar una segunda entrega ha sido para mejor, pudiendo contar con todos los máximos responsables detrás y delante de las cámaras que hicieron de Zombieland una agradable sorpresa para el aficionado al cine zombie en su vertiente más gamberra. Por repetir repite hasta Bill Murray, aunque en esta ocasión no tiene el privilegio de protagonizar el mejor gag de la película, ese ya lo habíamos visto un rato antes con la llegada del enorme vehículo ocupado por Alburquerque y Flagstaff. Y es que solo ver la intro creada por Columbia Pictures para la película sabemos que es lo que nos espera. Y lo que nos espera es bueno. Bueno y divertido.

miércoles, 3 de junio de 2020

BIENVENIDOS A ZOMBIELAND (ZOMBIELAND, 2009) 88´



En pleno apocalipsis zombie el tener unas normas de supervivencia claramente definidas pueden suponer la diferencia entre seguir vivo o el convertirse en carne de muerto viviente. 



Con el nuevo milenio y gracias a películas como 28 días después, El amanecer de los muertos o Shaun of the dead, el género zombie resucitó de un letargo de más de una década para convertirse en todo un referente cultural que ha acabado inundado al mundo de la literatura, los comics, la moda, los videojuegos, y, por supuesto la televisión y el cine. Es en ese contexto donde se estrenaba una potente comedia de terror, que con un presupuesto de más de veinte millones de euros y el apoyo de una major como Columbia Pictures, trataba de hacerse un hueco en la taquilla tras ver el tirón que los muertos vivientes tenían entre el público nostálgico del cine de Romero y las nuevas hornadas de fans del género, objetivo que logró, convirtiéndose en un éxito que multiplicaría casi por cinco su coste, dejando un agradable sabor de boca en el aficionado y llegando a generar un tardía secuela logrando además atesorar cierto status de título de culto menor.



La historia está escrita por los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick, futuros autores de la adaptación al cine del personaje de Deadpool y de su secuela, y quienes logran captar toda la esencia del cine zombie en su libreto, dándole una irreverente pátina de humor negro y cierta mala leche a su propuesta, aunque sin atreverse finalmente a prácticamente cruzar los límites con los que juega constantemente, salvo en muy contadas ocasiones. La película supuso el debut en el campo del largometraje para el director Ruben Fleischer (Gangster squad o Venom), quien, fogueado en el mundo del cortometraje y de la televisión, ofrece un trabajo profesional y bien filmado, que incluso apunta maneras interesantes en la forma de rodar y montar las escenas, resultando una más que digna opera prima con no pocos elementos interesantes, y todo ello a pesar de ciertos vaivenes en su ritmo narrativo.



Y es que en la presentación de la película nos encontramos su mejor baza, con esa retahíla de normas y reglas adoptadas por el timorato protagonista, y subrayadas en la propia pantalla, para tratar de sobrevivir en medio de un apocalipsis zombie prototípico. Si a ello sumamos unos potentes títulos de crédito que, bajo el paraguas del tema musical de Metallica For whom the bells town, enmarcan una introducción con una potencia visual que atrapa de inicio al espectador, quien espera ansioso ver que viene después. Y lo que viene después es una simpática comedia con ribetes de horror y donde lo mejor está en unos protagonistas tremendamente carismáticos y que se compenetran entre sí a las mil maravillas, especialmente en el caso de Tallahassee y Columbus, una pareja antagónica pero cuya unión les hace tremendamente eficaces en su deambular en medio de una hecatombe zombie. La incorporación un poco más tarde de Wichita y Little Rock, si bien sirve para ampliar el espectro de protagonistas y abrir horizontes en la historia, se antoja desaprovechado en base principalmente a una razón. De una parte, ese papel de las dos hermanas como unas timadoras a la que solo les importa su propia supervivencia, es una carta de presentación muy atrayente y que funciona a las mil maravillas toda vez vemos como estafan a sus partenaires masculinos una vez tras otra. Sin embargo vemos desinflarse esa idea con una muy forzada, y nada creíble por otra parte, historia de amor entre Wichita y Columbus, siguiendo esa línea de la película por la cual no llegan a atreverse a llevar hasta el final sus valientes planteamientos, dotados de no poca mala baba y dosis de humor negro, posiblemente por el veto de una potente productora detrás, y que si bien supone contar con un holgado presupuesto a la hora, por ejemplo, de mostrar el cataclismo en el cual se desarrolla la película, con multitud de automóviles, incluso aeronaves copando las autopistas o ver ciudades completamente asoladas, lleva aparejado el sometimiento a no pocas cortapisas de cara a presentar un producto final con recorrido en la taquilla.





Y es que si nos damos cuenta, el mejor gag de la película viene con la aparición de un Bill Murray interpretándose a sí mismo y esa broma de final infausto para el protagonista de Cazafantasmas. Otro momento atinado por la mala leche que se maneja es esa involuntaria cita del bueno del joven protagonista con su atractiva vecina, momento durante el cual se percata por las malas de que estamos en plena epidemia de muertos vivientes. Y que la película no mantenga ese tono durante todo su metraje es cierto que le pasa factura, pero tampoco defenestra la propuesta, ni siquiera en base a un último acto descafeinado y con no pocos momentos que parecen chirriar en base a como se han ido dibujando los personajes hasta llegar a ese clímax en el parque de atracciones. Un tramo final que si bien a nivel de la comedia negra que hasta entonces estábamos disfrutando no mantiene la tónica, sí que es un correcto episodio de asedio zombie.





En cuanto a lo que respecta a los efectos de maquillaje y visuales, la película sí que luce realmente acertada, quedando constancia de su desahogado presupuesto, con unos trabajados muertos vivientes, con especial detenimiento en el trabajo de sus rostros, y unos convincentes efectos de casquería, aunque el exceso de efectos infográficos generados en postproducción haga que echemos en falta a los más nostálgicos los excelentes trabajos protésicos y mecánicos de títulos pretéritos, más artesanales e igualmente impactantes, sino más. Y es que de hecho la incorporación a posteriori en el celuloide de sangre infográfica resulta más artificial que la implementación del efecto físico bajo el maquillaje del actor o especialista, pero ese es un mal endémico en el cine gore actual, principalmente por el abaratamiento de costes que supone, y este Zombieland ha seguida en ese aspecto la tendencia presente.



Por último, si la película funciona tan bien a nivel general es gracias al acertado elenco de intérpretes escogidos para cada uno de los papeles principales, y a los que comanda Jesse Eisenberg como el apocado y torpe protagonista, quien sin embargo suplirá sus carencias físicas con un acertado elenco de normas a seguir y que al menos a él le funcionan. Eisenberg, visto en La red social, Ahora me ves o Batman Vs Superman, encaja a la perfección en este tipo de personajes de maneras taimadas y algo torpes a lo que ayuda mucho una fisicidad de niño bueno. Junto a él tenemos al veterano Woody Harrelson como un rudo vaquero de respuestas contundentes y un uso de la violencia directa como forma de abordar los problemas. Harrelson, dado a conocer gracias a la televisiva Cheers y que ha cultivado una polivalente filmografía con títulos como Una proposición indecente, Asesinos natos, El escándalo de Larry Flynt, La delgada línea roja o Ahora me ves, de nuevo teniendo como partenaire a Jesse Eisenberg, acaba resultando lo mejor de la película, un regalo de personaje al que el beligerante intérprete sabe sacar el mejor de los partidos. Por otra parte tenemos a Emma Stone, poco antes de alcanzar fama internacional gracias a películas como Crazy, stupid, Love, The amazing Spider-Man o La La Land, convirtiéndose en una especie de pareja profesional de Ryan Gosling, con quien coincidirá en varios títulos. La actriz compone un interesante personaje de inicio que, sin embargo, queda lastrado, tal como apuntábamos con anterioridad, por el giro que la historia da de su forma de actuar, siendo mucho más interesante su lado canalla y socarrón que la posterior vertiente de chica buena, pudiendo disfrutar no obstante del talento de la joven intérprete y de su vis cómica. Finalmente y cerrando el cuarteto protagonista nos encontramos con Abigail Breslin, conocida por su papel en Pequeña Miss Sunshine, y a quien le sucede algo parecido a Emma Stone en tanto en cuándo su personaje acaba por claudicar al pequeño clan familiar que forman junto a sus compañeros de viaje. Genial cameo de Murray y un pequeño papel de Amber Heard (Superfumados, La chica danesa, Aquaman) completan lo referente al elenco de actores de la película.



En resumidas cuentas, Bienvenidos a zombieland es un muy entretenido ejercicio de comedia de terror narrada a golpe de voz en off, con buenas ideas plasmadas a lo largo de su metraje, ciertos vaivenes en su ritmo que sin embargo no hacen mella en el resultado fina,l y a la que le falta el haber ido más lejos en su propuesta no tirando como lo hace de freno de mano, sabiendo encontrar ese difícil equilibrio entre humor negro y soez en el que tan bien se había movido unos años atrás Shaun of the dead, posiblemente la otra comedia zombie con lo que todos tratamos de comparar el presente título. Pero estos zombies se mueven entre tópicos norteamericanos y no ingleses. Bienvenidos pues a Zombieland, recuerden cumplir las reglas y todo irá bien.